23 agosto, 2010

Sigamos soñando

“En la vida se pueden hacer muchas cosas; después, ya no”. Sonrío con la filosofía de un cómico que sale en televisión mientras actualizo este blog de referencia para miles de internautas. Vale, lo segundo es exagerado, pero lo primero merece una reflexión: queridos lectores, exprimid cada instante como si fuera el penúltimo, que aunque no tengamos miedo a la muerte… es mejor no estar allí cuando llegue. Ahora suena buena música en casa y tras esta divagación gratuita capaz de unir el concepto de autoayuda con Woody Allen –no en vano el genio de Nueva York dice que “comedia es igual a tragedia más tiempo”- os recomiendo a todos un libro fabuloso del lúcido Bertrand Russell titulado “La conquista de la felicidad”: supongo que joyas tan superlativas deberían ser obligatorias en la escuela para desterrar la impostura, el egoísmo, la arrogancia, el hastío o la burricie que nos rodean. Y, en definitiva, para conocernos mejor a nosotros mismos y valorar lo que tenemos. Como apunta mi hermano, ese pequeño gran tipo que destila excelencia, “el nacer en un lugar privilegiado te facilita la elección”: palabras del viajero incesante. Y, sin embargo, en esta sociedad nos quejamos por todo y desperdiciamos las horas. Total que, en busca del tiempo perdido, por aquello de no acostarnos temprano cual Proust antes de emprender su obra maestra, servidor y álter ego llevamos un verano excelso en el que cada día parece sábado a pesar del trabajo (donde también os he sentido cerca: cosas de la radio). Y es que ninguna recompensa eterna nos perdonará haber malgastado el amanecer: “el futuro es un invento que nos quiere joder el aquí y ahora”, sentencian en una de esas series magníficas que parecen cine de altos vuelos. Hoy contaba alguien en la prensa que los medios de comunicación conforman nuestro mundo y que el ritmo de vida actual aniquila el contacto entre la gente, pero doy fe de que esto es reversible, que podemos movernos constantemente para no salir en la foto fija de la mediocridad y la desidia impuestas. Acaso como propósito de curso nuevo, se trata, por ejemplo, de intentar compatibilizar el omnipresente Facebook con una función de teatro in situ o las reparadoras carcajadas etílicas con una conversación de café. Y ya que comparto con vosotros un año sublime, de compromisos, personas, itinerarios y proyectos que te engrandecen, os agradezco la fidelidad, la crítica y, parafraseando al indigno de épocas grises, “la funesta manía de pensar”. Y a mis familiares y amigos, como siempre, os emplazo a vernos en cualquier confín antes, durante y después de la fiesta del siglo. Noche estrellada: sigamos soñando, también despiertos.

06 agosto, 2010

Receso

Cuando me desperté, los lectores del blog todavía estaban allí.