26 febrero, 2013

Sálvese quien pueda

Seguro que visteis el programa especial de “Salvados”. Y si no, lo buscaréis por Internet para paladearlo en un momento de asueto o bien saldrá el tema en la oficina, en los bares, en el paseo de medianoche… En cualquier caso, todos sabremos de qué trató la última entrega porque -desde hace tiempo- las genuinas propuestas de Jordi Évole y compañía son una guía moral de este país: el ojo (crítico, lúcido y nítido) de esa cerradura que esconde las miserias del mundo exterior hasta que el sátiro las desvela. Y entonces se produce el milagro: entre tantas ideas efectistas, morbosas o propias de la ficción, la realidad se planta delante de la portería, solivianta al espectador, azuza nuestra conciencia y clava un golazo por toda la escuadra.

Tras cinco años en antena, “Salvados” espolea nuestra pasividad con un montaje brillante, riguroso, desenfadado y cercano a la gente. Me pregunto qué diría Jordi Évole desde el atril del Congreso de los Diputados: desde luego, subiría la audiencia del debate sobre el estado de la nación y casi todos nos sentiríamos más representados. Porque la fórmula del (ágil, afable y follonero) periodista parece sencilla, pero sólo está al alcance de unos pocos; y así, fiel a sus principios y su personalidad, ha logrado el éxito con asuntos que tocan nuestra fibra sensible, con buenos invitados, dominio del ritmo televisivo y la impagable impresión de que siempre va a ocurrir algo interesante, cuando no demoledor.
Hitchcock explicaba que el suspense consistía en mostrarle al público una bomba bajo una mesa en donde varias personas conversan… Imaginamos que llegará el estallido, la detonación, el estruendo. Y nos implicamos. Y encendemos la alarma. Y se desata el revuelo: como en “Salvados”, ese antídoto contra la mediocridad que ojalá, queridos lectores, celebre muchos más (y felices) cumpleaños.

(Más info de interés en una nueva web gloriosa. Seguimos elucubrando, claro. ¡Mil gracias por el apoyo!)

19 febrero, 2013

Caricia y puntapié...

Atentos, que se abre el debate. El otro día un amigo me contaba que nada de lo que nos rodea le hace sentir –en el buen sentido de la expresión- orgullo de ser español. Y yo le recordaba el ejemplo de la selección de fútbol con verdadera idolatría, pero también con cierto sarcasmo porque realmente no se me ocurría ningún gran aliciente patrio aparte de mi familia (excelsa), mi gente (sublime), la gastronomía (deliciosa), la cultura (valiosísima) o los hermosos paisajes de este (se supone que nuestro) país. Y existen motivos de sobra (que no “de sobre”: inevitable el oportunista juego de palabras) para recobrar la ilusión y reivindicar el arreglo inmediato de la tan célebre como desprestigiada “marca España”. Pero me parece muy preocupante, imparable y comprensible la indignación ciudadana ante los desmanes generalizados sin que veamos, a corto plazo, una solución decente a los mil problemas que nos acucian. Y ahí va mi planteamiento, en positivo: ya que lo del “Me gusta” triunfa tanto en Facebook, ¿qué os gusta de España? ¿Hay luz al final del túnel?
(Ojo a la viñeta de El Roto, en El País.)

 Y entre tanto frenesí, disgusto y desconcierto, debemos sacar tiempo para la risa, el sosiego y la evasión. Tengo muchas sugerencias, pero os invito (figuradamente, amigos, que la remuneración de estas columnas no alcanza la de Amy Martin) a disfrutar en el insustituible Teatro Alfil del “Cabaré de caricia y puntapié”. Una obra que funde la osadía y estética de los espectáculos de principios del S.XX con la peliaguda actualidad de este S.XXI que se merece -urgentemente- más caricias y menos puntapiés. ¡Feliz semana!
http://www.noticiasmadridnorte.com/caricia-y-puntapie-por-jorge-g-palomo/

11 febrero, 2013

¡Tribulaciones, oiga!

La vida misma... Elucubrando, tramando y enlazando de forma recíproca: http://www.noticiasmadridnorte.com/la-firma-de-jorge/
Espero que os guste, amig@s... Ser o no ser, ésa es la cuestión. ¡Gracias por las visitas! Y por el respaldo total: por creer que otro mundo es posible. Seguimos soñando despiertos.