06 diciembre, 2006

El puente de diciembre

De pequeños, más pequeños todavía, siempre nos encantaban estos días porque teníamos fiesta y aprovechábamos para trazar un paréntesis en la rutina de las clases. Nos hacemos mayores y las vacaciones toman otro significado. Ya no existen los veranos de tres meses ni esa facilidad para olvidarte del tiempo y que mañana salga el sol por donde quiera. Cada etapa tiene su encanto. Ahora que vivimos pendientes del trabajo, a expensas de las "necesidades del servicio" (buen eufemismo para subyugarnos a la empresa), echo la vista atrás y, aunque fue bellísima, tampoco siento nostalgia. Adoro mi trabajo, exprimo más los días libres porque están contados, me organizo con Noemí y mis amigos para compartirlos, respiro en este miércoles radiante y afronto la jornada de descanso con la impresión de que soy un privilegiado con todas las comodidades: buena música de fondo (gracias, hermano: escucho tus cedés para sentirte conmigo), tranquilidad y la alegre seguridad de que no aguantaré ningún atasco. Si es que el que no se conforma es porque no quiere. Feliz puente. Seamos positivos. ¡Salud y buen humor!
P.D.: Prohibido el conformismo. Que conste.