05 mayo, 2008

Al otro lado del río

Ya hemos cruzado el puente y ha sido formidable. Entre Madrid y Salamanca, entre familiares y amigos, nos subimos (carcajada en ristre) al piano verde de Millán Salcedo, gesticulamos y casi morimos de risa también en el Alfil (inmenso Joseph Collard), nos dieron las tantas con el monologuista Eduardo David, taconeamos en el Corral de la Morería con la estupenda Leo Leal (y con Téllez), rebobinamos el celuloide en la gran pantalla de los Ideal, leímos con gusto al aire libre, vivimos más de noche que de día (como cantaba aquél), hicimos deporte mental y físico sin tapujos, nos juntamos con gente extraordinaria, le pedimos suerte a la rana de la universidad de la ciudad más hermosa del mundo, nos reconciliamos con la capital bohemia, culta y transgresora, convertimos el buen humor en la patria verdadera, fuimos los Daoiz y Velarde de la independencia de espíritu, acaso los ilustrados de la nueva movida madrileña, que haberla hayla, como las meigas. Buf. El lunes pesa más de la cuenta, pero avanza solito, por inercia, feliz porque regresa la musa y seguiremos celebrando la vida.