
... Embrujo, vorágine, planes. La gran vida, dice el juego de palabras. Plaza España, Callao, Alcalá. Las mil y una noches. Encuentros, sorpresas, reencuentros. El programa que hacíamos Noemí y yo desde la radio del Círculo de Bellas Artes. Conjuras, cultura y risas. Espectáculos memorables. El desayuno en Zahara. Amor, hastío, fervor. Los
buenos días del mendigo del metro. Santo Domingo, Hortaleza, Montera. La inspiración de las musas. El restaurante hindú que descubrimos y fascinó a mis padres. El tráfico, los semáforos. El museo del jamón con los
cangrejeros. Las luces, el ruido: bullicio en candela. El cuadro de Antonio López. El cielo resplandeciente entre los edificios. Mi trabajo en la compañía de seguros junto al teatro. El periódico y las terrazas al sol. San Bernardo, Fuencarral, Tres Cruces. Los antiguos cines. La Casa del Libro. Aquella tienda de discos. La Consejería de Juventud. El Fnac donde ilustramos tiempos vacuos. Telefónica, Metrópolis, Chicote, Capitol. El local de kebabs que tantas veces saboreamos. El Palacio de la Prensa. Buenas noticias en aquel Vips de madrugada. Brindis con familiares y amigos. La calle Pez a la vuelta de la esquina. El Alfil, el Lara, el Palentino, Ópera y el Alcázar. Nuestras manos al son de la música callejera. Las visitas hilarantes a M80 con Gomaespuma. Las azoteas de la Ser. El hotel donde se hospedaron mis suegros cuando todavía no teníamos casa juntos. Las discotecas que venden ropa y sabes que no me gustan demasiado. El templete por Caballero de Gracia. La Sala Costello, Metralleta, Cafeína. Lo cañí, lo moderno. Manteros, descuideros, yonquis. La chica preciosa que pasa inadvertida. El paseo sin rumbo. Las cañas, los dulces árabes, el buffet, la sobremesa. Francachelas, aventuras y desventuras. El Nebraska, el Starbucks, la Espiga Verde. Aquel local añejo donde siempre admiramos el gramófono más caro. La buena gente y la otra también. La sirena de policía, el desasosiego, las prisas. Los platos combinados, la pasta, el Vitaminas, el chino. La perplejidad del turista. El cartel de Schweppes. El día que salimos a hacer fotos tras la nevada. La muchedumbre infinita. La magia, la perpetua vigilia, los sueños y la belleza del caos. La fiesta del centenario. Son sólo algunas estampas de Gran Vía: pongamos que hablo del corazón de Madrid.