
Agradecido y emocionado... Así me siento en un mes que nos ha devuelto el calor huidizo mientras el polen noqueaba nuestros sentidos y este humilde blog acoge, cariño mediante, a más huéspedes formidables. Si bien la actualidad mediática, anclada en el gris, nos recuerda que cualquier tiempo pasado fue peor, un servidor ha gozado momentos de los que te reconcilian con la vida. Presentamos un concierto solidario en el Teatro Alcázar, templo escénico de una ciudad que hoy amas y mañana odias, aclamamos a San Isidro desde la radio en Madrid, acaso nostálgicos del espíritu yeclano, volvimos al ruedo futbolero para emular a los ídolos en buena compañía, reímos en noches de bohemia y de ilusión, celebramos los aciertos, aprendimos de los errores y cuidamos a nuestra gente: privilegio inconmensurable, apunto. Y entre tanto viaje y desvelo, a bordo del inquieto carrusel de obligaciones, con misteriosa eficacia mi álter ego me regaló una insuperable fiesta sorpresa de cumpleaños donde las palabras de gratitud de este cronista se quedan cortas como este mayo exultante. Y, queridos lectores, dicen que la emoción se contagia...