Sin miedo escénico
En la ciudad de ensueño, el festival de cultura urbana, alternativa y pintoresca arrampla con todo estos días. Las peripecias de unos radioadictos y anacoretas seres por Salamanca han dado mucho que hablar. Fin de semana de órdago en el que un servidor se ha sobrepuesto, a duras penas, a un constipado tan monumental como el centro histórico. Conciertos, teatro, concursos musicales, esplendor gastronómico, sol fresquito (valga el contrasentido) y belleza que lo cura todo han servido como contexto a las buenas conversaciones, el cachondeo y la amistad genuina. Y dime si sientes lo mismo. Y dime si cuentas conmigo. Lo canta Amaral. Lo reafirmamos. Y, entre tanto, el café en el Capitán Haddok, un rincón de virtuosa sensibilidad que se presta a estrechar los lazos fraternales, nos supo delicioso y bajó las persianas de nuestra querida Salamanca. Motor y acción. Llegada al Madrid menos veraniego que recuerdo y esperanzas, previa recuperación de mi salud, de otras jornadas de inmensa plenitud, cuando no grandeza. Empezamos bien el lunes. Sin miedo escénico. Bienvenidos a la rutina. Gozadla.
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