Zapatazos y metáforas
El fin de semana me sentó genial, con permiso de la canción. Y, entre tanto ajetreo, vivimos dos zapatazos espectaculares. Uno, el golazo de Messi, tal vez el mejor jugador del mundo futbolístico, ante el acaso mejor portero, San Íker Casillas. Y dos, el osado e incorrecto desplante de un periodista iraquí lanzando su calzado al ex presidente George Bush en una convocatoria en Bagdad. El primero, una vaselina inenarrable, simboliza la superioridad de quien -hoy por hoy- convierte el balompié en un arte que mueve, negocio mediante, montañas de fervor y resultados. El otro, se erige en la estampa de la indignación frente al peor dirigente de la gran potencia, el hombre -que no señor- de las Azores, el mentiroso compulsivo que jugó a la guerra santa cuando quería decir petróleo. Dos zapatazos. Dos convulsiones. El deporte, la política. El entretenimiento, el despropósito. La rivalidad, la animadversión. Don Pablo, preguntaba el cartero, ¿qué es una metáfora?
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