14 enero, 2009

Primera Plana

"Un hatajo de pobres diablos, con los codos raídos y los pantalones llenos de agujeros, que miran por la cerradura y que despiertan a la gente a medianoche para preguntarle qué opina de Fulanito o Menganita. Que roban a las madres fotos de sus hijas violadas en los parques. ¿Y para qué? Pues para hacer las delicias de un millón de dependientas y amas de casa. Y, al día siguiente, su reportaje sirve para envolver un periquito muerto". Lo dice Jack Lemmon, en una de las mejores películas de la historia del cine. Y del periodismo. En eso estamos, con la deontología de este otro oficio más antiguo del mundo. Salud.
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