03 junio, 2009

El pianista del burdel

“No le digan a mi madre que soy periodista: contadle que trabajo de pianista en un burdel”. Esta cita antológica resume la percepción del periodismo, un trabajo digno, excitante, a veces inmisericorde y denostado por los siglos de los siglos. En fin, no claudicaremos.


Hoy en televisión, el lúcido Andreu Buenafuente entrevista al maestro Iñaki Gabilondo: genio y figura, el encuentro promete ser una lección totémica sobre los medios de la mano de profesionales que los dominan y los engrandecen. Aprovecho e insisto: con la multiplicidad de canales existentes, en cada momento surgen programas que destierran aquel mote de “caja tonta” a un artefacto casi insuperable. En la radio, al margen de mi querida Cadena SER, os recomiendo que tanteéis RNE (sube como la espuma con los cambios en su programación), Onda Cero (¿escucháis los brillantes editoriales de Alsina?), las diferentes emisoras musicales (en sus espacios de humor, por ejemplo, las bromas de Isidro Montalvo en Dial y el ingenio del YTD de Europa FM: descollante el monólogo diario de Valeriano Campillos). Y también en prensa o Internet os sugiero que os empapéis de los mil nombres propios y propuestas interesantes de cada cabecera. ¡El día necesita diez horas más!

P.D.: Hoy Salinger la ha liado parda. El longevo artífice de “El guardián entre el centeno” es tan excelso intelectual como lamentable persona. Una cosa no quita la otra, pero da lástima. ¡Recuerdos al admirado Holden Caulfield!

P.D.2: El título de este artículo lo tomo del libro que ha presentado Cebrián, que propone renovarse o morir ante el futuro del gremio. Los más agoreros apuntan que el periodismo clásico desaparecerá con las nuevas tecnologías, pero tengo una corazonada (en esto sí): siempre habrá – Manuel Del Arco dixit- “algo que ver, oír y contar”. Abrazos.