Cerrado por vacaciones

... A veces quisiera ser como el cartero de Neruda y hablar de metáforas y constelaciones, soñar con versos y playas desiertas, abrazar a mi musa y vivir juntos del aire...

Queridos lectores: no me he vuelto más loco de lo habitual, creo, sino que llega el momento de bajar la persiana y descansar. Tiempo de vacaciones y este humilde servidor necesita echar el candado, aunque las puertas -por supuesto- sigan abiertas a la aventura. ¿Eso sirve como metáfora, maestro?

Son diecinueve días y quinientas noches, delirios en el paraíso, quimeras compartidas y (nunca) demasiados anhelos por cumplir. Justo al ritmo del mejor fútbol del mundo: acaso un antídoto momentáneo frente a las zozobras terrenales, un placebo en medio de la crisis, un placer colectivo entre tinieblas. Y al compás de una selección excelsa como La Roja, de soslayo degustando el virtuosismo de Messi o la vehemencia de CR9 y celebrando el calor de la afición de aquel continente (casi siempre) olvidado, uno recuerda eso de que se puede cambiar todo en la vida menos nuestras pasiones. Y tal vez, como escribe Galeano, debiera colgar otro cartel: “Cerrado por fútbol”. Feliz verano. Gracias por vuestra compañía. Portaos bien. No sabéis cuánto amor me llevo...

Rock in Río

... La ciudad invivible pero insustituible arrasa con una colosal fiesta de la música cuando le da la gana. Y es cierto, queridos lectores, que quizá cada uno de nosotros elegiría un plantel diferente de artistas -presumiblemente- más auténtico, más minoritario o más puro. Y que tal vez podemos criticar los precios abusivos dentro del recinto de Arganda y la impagable campaña mediática de un festival llamado a hacer historia con unos medios que casi nadie tiene en la industria. Todo eso hay que contarlo, por supuesto, pero la realidad es que Rock in Río, con una organización apoteósica, acierta en el centro de la diana. A las pruebas me remito: cientos de miles de espectadores han vibrado con los conciertos de Bon Jovi, Pereza, Shakira o Rihanna. Y nosotros, que pasamos por allí, os recomendamos saborear bien el viaje porque, con veladas como éstas, los gatos seguiremos colgados de Lady Madrid…

¡Salud y larga vida al rock!

Tipos de interés al alza

Si los Yllana no existieran, habría que inventarlos. Y si las carcajadas que provocan sus espectáculos cotizaran en Bolsa, seguro que no sufriríamos la crisis. En plena era de las turbulencias y del siniestro Club Bilderberg, os animo a ver “Brokers” en el Teatro Alfil. Magistrales, como siempre, nos regalan una lección de hilaridad y crítica imprescindibles. Porque el humor es nuestro salvavidas en tiempos de incertidumbre y tenemos un templo en Madrid donde te sientes como en casa. Cinco estrellas en el New York Times para uno de esos grandes placeres terrenales…

Salud, reflexión y risas.