11 abril, 2008

De Getafe al cielo.

Emoción y euforia contenida. Así estábamos todos anoche mientras veíamos los últimos instantes del partido del Getafe y el Bayern Munich. El fútbol es un deporte que juegan once contra once y ganan los alemanes, dijo alguien asaz sabio. Ayer no eran once contra once, sino once contra diez desde el primer vagido balompédico: gracias, señor colegiado. El esfuerzo homérico de los madrileños, que rozaron el triunfo, se truncó al final del duelo. Como siempre, la suerte y ciertas decisiones arbitrales -el fútbol es así- soplaron a favor de la cuadrilla de Kahn: la agonía y la impotencia se apoderaron del Getafe, un equipo modesto que no tocó el cielo por muy poco. El mal juego de unos germanos mercenarios -siempre entre los favoritos sin tener, desde hace años, nada que ofrecer al respetable- los dejó en la estacada. Desde Madrid, como todo el mundo, festejamos lo que para nosotros fue una victoria de David frente a Goliat. El espectáculo debe continuar. ¡Pásanosla, Laudrup!