(Paréntesis)

De momento, como en aquel célebre club de poetas, sugeriremos la filosofía del carpe diem: valorar el aquí y ahora, paladear el instante y el devenir inmediato, asumir que cada minuto surge una alegría o se nos presenta un contratiempo que hemos de driblar con la finta del sentido común y el humor. Pensemos en mañana, pero sin menospreciar que hoy quedan mil batallas por librar. Y disfrutemos cuando podamos, que de eso se trata. Como en una película de Fellini, tomemos a veces la senda del disparate. Como en una canción de Cohen, abandonémonos a la melancolía. Como el genuino Cortázar, admiremos a nuestra Maga vital. Porque, con permiso de Kavafis, siempre nos quedará Ítaca. O París, la ciudad de la luz. Porque el mejor viaje vivido es el que emprendemos ya mismo. Porque bajo los adoquines, seguro, reposa expectante la playa. Soñemos. Descansemos. Hasta la próxima huida.

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